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Hay algo profundamente inquietante en las palabras de Jesús:
En la parábola, ovejas y cabras pastaban juntas. Comían del mismo pasto, bebían de la misma agua, escuchaban la misma voz del Pastor… pero no todas le pertenecían. La diferencia no estaba en la apariencia externa, sino en el corazón. Podemos estar cerca de la iglesia, cerca del redil, pero lejos del Pastor. Podemos cantar, servir, dar e incluso predicar… y aun así vivir como cabras: autónomos, tercos, buscando nuestro propio camino.