"El Señor describió en la primera parte de su sermón las cualidades del carácter de sus seguidores. El creyente verdadero se mide no por lo que hace sino por lo que es, y es esencialmente una persona dichosa(bienaventurada) en la medida que sintonice con la voluntad de Dios y viva de acuerdo a ella. Pero esa condición interior debe aflorar al exterior en actos visibles y concretos que serán de influencia en su entorno, por eso el Señor, da una descripción impresionante del comportamiento del cristiano a través de dos poderosas metáforas que revelan el impacto y la influencia que debe ejercer el creyente en la sociedad en que viven, al ser sal y serluz." Pr. David Hernández.