Noemí, con Rut, la moabita, volvió a Belén (Rut 1,1.3-6.14b-16.22)
1. Venciendo Barreras
1.1 ¿Qué puede tener de especial el sencillo relato de aquel par de mujeres en la primera lectura de hoy? Pareció por un tiempo que Noemí y Rut estarían emparentadas, como suegra y nuera, pero ese vínculo se rompió porque el hijo de Noemí y esposo de Rut murió. Nada las unía, y sin embargo, todo el libro de Rut depende del pasaje que hemos oído hoy. ¿Qué hay de especial en esa decisión que Rut toma de seguir a Noemí hasta el punto de exclamar: "tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios"?
1.2 Para alcanzar respuestas necesitas algo de contexto. Moab en la Biblia es la imagen de un pueblo hostil. Un pueblo que sirvió sólo de obstáculo en la llegada de los israelitas a la tierra prometida, según cuenta el capítulo 21 del libro de los Números. De ese pueblo viene Rut. El amor de esposa la unió a un israelita, y ese es ya un mensaje: a veces los odios grandes sucumben al poder de los amores que juzgamos pequeños.
1.3 Pero lo admirable es que Rut descubre algo más que un hombre para esposo: descubre un pueblo, descubre una fe, descubre un camino que le conduce hacia el Dios vivo. Su decisión de estar con Noemí es la decisión de vencer las distancias y prejuicios a nombre de una fuerza que es capaz de unir por encima de barreras culturales o de religión. La tenacidad de su decisión es explicable desde aquello que Jesús predica en algún lugar del Evangelio: Rut ha encontrado una perla precioso en el camino que le conduce a Dios y al pueblo de Dios, y por eso ya no da vuelta atrás. Hermoso ejemplo para nosotros.
1.4 Destaquemos por último un detalle más. Rut no separa el amor a Dios y el amor al pueblo de Dios. Hoy hay quienes quieren amar a Dios y desentenderse de la Iglesia. Pretenden ser de un Dios que sólo ellos saben adorar y que sólo a ellos sabe comunicarse. Que el ejemplo de Rut nos libere de alucinaciones tan nocivas.
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