La palabra de Dios es la que ilumina toda nuestra vida, y también las cebollas. Esta tarde estaba en la huerta y he arrancado cebollas, y han sido de las más grandes que he cogido en bastante tiempo. ¿Por qué me da alegría recoger cebollas grandes y por qué cuando recojo una cebolla minúscula me produce decepción? Que el Señor se lleve una alegría muy grande cuando te vea llegar al cielo cargado de frutos.