La historia de la plancha se remonta a la antigüedad, cuando los romanos utilizaban piedras calientes para alisar la ropa. En la Edad Media, se empleaban pesados dispositivos de metal calentados al fuego. El gran avance llegó en el siglo XIX con las planchas de hierro fundido y, más tarde, con la invención de la plancha eléctrica en 1882 por Henry W. Seeley. Con el tiempo, se incorporaron mejoras como el termostato y la función de vapor, revolucionando la forma en que la humanidad mantiene sus prendas sin arrugas.