Aproximadamente hace 60 años en las “Lomas de Huilango” (Córdoba, Ver.) en los días de intenso calor recuerdo que, aunque a causa de mis problemas bronquiales (de los que he platicado en otros escritos) no solía participar en actividades deportivas o esparcimientos al aire libre, buscaba ir con algún hermano a una alberca a refrescarme y así empezar a “flotar”, “aletear” y “bracear” en el agua de diversas albercas de la Ciudad.