Aquella noche en Japón el 14 de diciembre de 2003 fue para Boca la tercera estrella en lo que es hoy llamado Mundial de Clubes. El Milan cayó a sus pies ante el último penal convertido por Alfredo Raúl Cascini, que se tiró de pecho al césped y quedó bajo una torre humana. Hoy es parte del departamento de fútbol Xeneize que quiere ir por otra hazaña 21 años después. El ídolo suele visitar una cancha amateur cuando la agenda profesional se lo permite. Un hijo y dos sobrinos juegan en Talleres del Ferrocarril Provincial, soñando dejar atrás la B del fútbol platense. Junto a la familia, desde adentro, revivimos la gesta de Japón, la última alegría de un equipo argentino en la máxima competencia.