Después de curar a un hombre en sábado, los fariseos comienzan a tramar cómo eliminar a Jesús. Su reacción revela el miedo de quienes han convertido la religión en una estructura de poder. Jesús, al notar la hostilidad, se retira. No porque huya del conflicto, sino porque su misión no es imponer con violencia, sino transformar con mansedumbre.