Jesús es claro: el discípulo no está por encima del maestro. Quien ha elegido seguirlo debe saber que el rechazo, la burla o la incomprensión no son anomalías del camino, sino señales de que vamos en la dirección correcta. Él mismo fue tratado con hostilidad, por tanto, no podemos esperar un trato distinto si caminamos con fidelidad.