El propósito de "El Código de Dios" no es demostrar la existencia de Dios con la ciencia, sino utilizar la ciencia (la genética) para validar una verdad espiritual que las antiguas tradiciones han sostenido durante milenios: somos fundamentalmente divinos y estamos intrínsecamente conectados.
En un momento de la historia donde la ciencia y la religión a menudo se encuentran en conflicto, Braden propone que el ADN es la prueba de un principio unificador, el eslabón perdido que reconcilia la espiritualidad con la biología.
🔍 La Premisa Central: El Mensaje en el ADNBraden establece la hipótesis de que el ADN, la "lenguaje de la vida" que reside en cada célula de nuestro cuerpo, contiene un mensaje escrito por una inteligencia superior.
El Código Genético como Alfabeto: El ADN se compone de nucleótidos (bases) que la biología moderna representa con cuatro letras: Adenina (A), Guanina (G), Citosina (C) y Timina (T).
La Equivalencia Antigua: Braden propone una equivalencia entre estas cuatro bases biológicas y las cuatro letras del alfabeto hebreo que forman el nombre de Dios, el Tetragrammaton (YHWH, o Yavé).
La Sustitución: El autor realiza una sustitución basada en la química de los aminoácidos que componen el ADN:
Hidrógeno (H) = La primera letra hebrea.
Nitrógeno (N) = La segunda letra hebrea.
Oxígeno (O) = La tercera letra hebrea.
Carbono (C) = La cuarta letra hebrea.
Al aplicar esta equivalencia a la composición molecular de los nucleótidos de nuestro ADN, Braden afirma que el nombre de Dios (Yod-He-Vau-He) aparece en patrones específicos dentro del código genético humano.
Según Braden, la traducción del código incrustado en el ADN no es un secreto complejo, sino un mensaje simple y unificador:
"Dios Eterno dentro del cuerpo" O "La humanidad es una familia unida a través de un legado común."