La invitación de Cristo es a ponernos su yugo y aprender de Él. Nosotros debemos someternos a Su entrenamiento, voluntad y liderazgo en todas las cosas, y entregar toda nuestra vida para que llegue a ser una en Él. Hemos de aprender a morar en Cristo. Es así como verdaderamente nos unimos al yugo con Cristo y somos transformados a su imagen siendo como Él (Romanos 8:29).