En 1956 una residencia en Battersea, Londres, fue el escenario de ruidos y movimientos inexplicables. La aterradora experiencia que padecía la familia Hitchings inquietó no sólo a los medios de comunicación, sino también al mismo Parlamento británico.
Uno de los principales investigadores paranormales de la época estaba convencido de que el fenómeno era debido a un espíritu atrapado entre dos mundos y que se había obsesionado con la residente más joven de la casa, Shirley, quien vivió una adolescencia terrorífica.