Según su definición de patriarcado, todos los hombres formaríamos parte de una casta privilegiada, especialmente si además somos blancos y heterosexuales.
El hombre abusa por el solo hecho de ser hombre, y muchas teóricas feministas prácticamente equiparan la penetración con la violación.
La etiqueta del odio a los hombres se ha convertido en un grito de batalla para las feministas y gran parte de su retórica actual ha cruzado la línea que separa las críticas al sexismo de las críticas a los hombres,
y se centra en el comportamiento personal: cómo hablan, cómo abordan las relaciones, incluso cómo se sientan en el transporte público.
Hoy nos preguntamos aquí en primera Línea cuales son los peligros del feminismo radical