Los estoicos hablaban de la prohairesis.
La capacidad de elegir cómo respondes a lo que ocurre.
No controlas los errores.
Pero sí controlas qué haces con ellos.
¿Te quedas ahí, repitiéndote que no eres suficiente?
¿O usas ese tropiezo como una lección?
¿Como un ensayo más de virtud?
Marco Aurelio decía:
“Cuando tropieces, levántate. No te detengas en el remordimiento.”
Es tan simple… y tan difícil.
Porque nos han enseñado a tener miedo al error.
A vincularlo con fracaso.
Con humillación.
Con culpa.
Pero ¿y si el error es solo el precio por estar vivo?