El tintero de Alsina

Carlos Alsina nos cuenta la historia de Bittori, viuda de una víctima de ETA. A su marido, el Txato, lo asesinaron y todo el pueblo decidió darle la espalda, incluido el párroco que ni siquiera les dejó enterrarlo en el lugar. No encontró humanidad alguna, ni siquiera en su mejor amiga, madre de uno de los criminales de la banda. Décadas después por petición de sus hijos continúa viviendo en San Sebastián, pero ella ha empezado volver a su casa, la casa de la memoria en el pueblo hostil. Y ha colocado un geranio, su bandera. Ha regresado.

Carlos Alsina cuenta la historia de Alyssa Carson la niña que tiene decidido que quiere ser astronauta y viajar a Marte. Con tan solo 13 años ha visitado todos los centros de NASA y ha asistido a los campamentos y cursos.

Mychael Judge, era un cura franciscano, capellán del cuerpo de bomberos de Nueva York que falleció ayudando en el 11-S. El padre Judge había reveindicado los derechos de los homosexuales oponiéndose a la doctrina del Vaticano, tanto, que en su iglesia San Francisco de Asis, administraba los sacramentos a homosexuales moribundos enfermos de SIDA. Pero Mychael no solo ayudaba a los homosexuales, sino que él reconocía su condición de gay y mantenía una relación casta con un enfermero. Ahora, ha sido propuesto por un cura argentino para beatificarlo, si lo consigue, el padre Mychael Judge sería el primer santo gay de la Historia.

Jill Price es una mujer estadounidense de 52 años que padece Hipertimesia. Es una capacidad que le hace recordar absolutamente todo desde que tenía un año y medio. Jill no puede olvidar ningún aspecto de su vida.

Carlos Alsina cuenta la historia de Blanca Romero y su pequeño Sebastián. El bebé nació con inmunodeficiencia combinada grave, lo que significa que no tiene defensa alguna y cualquier cosa podría matarlo. Gracias al transplante de médula ósea de su madre, Sebastián ha podido volver a su casa y recibir el primer beso a los 4 meses de vida.

Carlos Alsina nos cuenta la historia de un niño de cinco años, Rober, que ya desde pequeño hacía cosas que los demás niños no hacían. Sus padres descubrieron que el niño sufría autismo y gracias a su afición al pinball el niño encontró una forma de ganar confianza.

Carlos Alsina hace una reflexión sobre la guerra con la historia de Benjamin B. Ferencz, un hombre judío de 96 años que fue el primero abogado de Nuremberg. Cuando todavía no había acabado el primer año de universidad en Harvard, donde consiguió una beca para estudiar derecho, unos aviones japoneses bombardearon Pearl Harbor. Él intentó alistarse, pero por su corta estatura no le permitieron el acceso y consiguió apuntarse al ejército de tierra desembarcando en Normandía cuando ya había acabado la carrera. Allí le encargaron que consiguiera pruebas para juzgar a los mandos alemanes por los abusos cometidos. Así, Benjamin B. Ferencz se convirtió en el fiscal más joven de Nuremberg.

Carlos Alsina cuenta la historia de Óscar Ramírez. Un hombre que a los 31 años recibió una carta, en ella hablan de un niño de tres años que sobrevibió a la masacre que el Ejército de Guatemala llevó a cabo en la pequeña aldea de Dos Erres y fue raptado por el teniente Óscar Ramírez, conocido como Cocorico. Al final de la carta, el jóven accede a verificar su identidad y conoce a su padre biológico.

Carlos Alsina nos cuenta la historia de Peter, un niño al que adoptó una familia de Oklahoma de un orfanato de niños rusos. Cuando empezó a desarrollarse e ir al colegio, los padres se dieron cuenta de que el pequeño no aprendía como los demás. El psiquiatra les explicó que al haber pasado sus tres primeros años de vida en una cuna y tan sólo con 15 minutos de contacto al día cada ocho horas, su cerebro tenía todavía dos años. Al ver que Peter no se adaptaba en clase, el doctor fue al colegio a explicar a sus compañeros por qué se comportaba Peter de esa manera y cómo podían ayudarle. Ahora, Peter está en el instituto y tiene muchísimos amigos.

Carlos Alsina nos cuenta la historia de Jill, una mujer que creció con distrofia muscular, que en un momento dado le preguntó a un médico una vez qué tenían en común una persona que sufre distrofia muscular y una atleta olímpica musculosa. La respuesta es: una anomalía genética que se traduce en que el cuerpo interpreta dónde acumulamos o no la grasa y que hace que la grasa desaparezca de las piernas.