San Juan Pablo II meditó profundamente sobre los **Misterios Dolorosos del Rosario**, destacando su centralidad en el camino de salvación y su poder para acercar a los fieles al misterio de la redención. En ellos, invitaba a contemplar a Cristo en su sufrimiento, aceptado con amor y obediencia al Padre por la salvación de la humanidad. Subrayó que estos misterios revelan el costo del pecado y el inmenso amor de Dios, ofreciendo un modelo de perseverancia, confianza y entrega total en medio del dolor.
Para San Juan Pablo II, cada misterio doloroso—la Agonía en el Huerto, la Flagelación, la Coronación de Espinas, el Camino al Calvario y la Crucifixión—no solo llama a reflexionar sobre los padecimientos de Cristo, sino también a unirse espiritualmente a ellos.