El radón es un gas radiactivo, incoloro, inodoro e insípido que representa un peligro silencioso para la salud humana. Proveniente de la descomposición natural del uranio en suelos y rocas, este gas puede infiltrarse en hogares, edificios y espacios cerrados a través de grietas, sótanos o sistemas de agua subterránea. Su naturaleza imperceptible lo convierte en una amenaza difícil de detectar sin instrumentos especializados, como los detectores de radón. La exposición prolongada al radón es la segunda causa principal de cáncer de pulmón en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud, solo por detrás del tabaquismo, y es especialmente peligrosa para fumadores, ya que potencia el riesgo.