China domina la producción y el suministro mundial de tierras raras, controlando aproximadamente entre el 60 % y el 70 % de la extracción y más del 80 % del procesamiento de estos minerales esenciales para tecnologías como baterías de vehículos eléctricos, turbinas eólicas, teléfonos inteligentes y equipos militares. Esta hegemonía le otorga un importante poder geopolítico, utilizando las tierras raras como herramienta de presión en disputas internacionales.