Salvaje y despiadado, Mcduff no tenía reparos en decirle a su compinche que le apetecía secuestrar a una mujer, violarla y matarla. Lo hizo a finales de los años 60 pero también a principios de los 90 cuando, por un error burocrático, fue puesto en libertad sin haber terminado de cumplir condena por sus anteriores crímenes. Nos lo cuenta Virginia González