El Evangelio Domingo A Domingo
El Evangelio Domingo A Domingo

El Evangelio Domingo A Domingo

Compartimos, domingo a domingo y, en algunos otros días, la Palabra de Dios
Homilía correspondiente al Domingo de Ramos en la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
10 April 2022
Homilía correspondiente al Domingo de Ramos en la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
Iniciamos, con la celebración del Domingo de Ramos en la Pasión del Señor, la semana santa; tiempo en el que nosotros, como Iglesia, celebramos los misterios de la salvación realizados por Cristo en los últimos días de su vida. Comenzamos en este día, recordando su entrada mesiánica en Jerusalén. Así, este día tiene una doble dimensión: recordar el triunfo real de Cristo y el anuncio de la Pasión. De ahí que las palmas que hoy se bendicen se han de conservar como un testimonio de la fe en Cristo, rey mesías y en su victoria pascual. Esto quiere decir que las palmas no son amuletos ni objetos de superstición.
Al participar de la procesión de Ramos, expresamos, de una manera visible y sensible, lo que ha sido este peregrinar cuaresmal, iniciado el pasado miércoles de ceniza; podríamos decir que hoy se culmina la subida con Cristo a Jerusalén y, hemos subido con él para vivir el misterio de su pasión, muerte y resurrección con él. A lo largo de toda la semana santa estaremos en Jerusalén: seremos parte del grupo de gente que va con Jesús, estaremos en Betania, escucharemos y contemplaremos con atención lo que dice Jesús y, lo haremos así porque deseamos vivir esta semana tal cual como Jesús la vivió: anclados en Dios.
En este día, entonces, nos movemos entre el rechazo y la aceptación; la sombra y la luz; la muerte y la vida, pues de la alegría y el gozo de la procesión de Ramos se pasa a la contemplación amorosa de la Pasión de Cristo, que ocupa el lugar central de esta celebración. Entonces, el domingo de Ramos, es un pórtico pascual, que nos anuncia la gran celebración del Triduo pascual, es, por lo mismo, una mezcla de elementos triunfales y dolorosos. En este sentido es la Pasión la que abre y cierra la semana santa. El Domingo de Ramos se nos propone la Pasión como una manera de anticipar casi todo y, poder así contemplar el Misterio de la muerte que se va a ir revelando a lo largo de toda la semana.
Ver a Jesús entrar en Jerusalén es ver como se le entroniza como Mesías. Es un momento en el que el Pueblo, mediante su participación popular, movidos por el Espíritu aclaman a Jesús como su Rey. Se trata, de la elección de la libertad, este aclamar a Jesús como él que viene en nombre del Señor es un movimiento espontáneo, aquí no hay manipulación de ningún tipo. En esta aclamación si que se puede decir que la voz del pueblo era la voz de Dios. Y, ¿Quiénes han reconocido a Jesús como el Mesías? Los sencillos, los pequeños; los que siempre han sido el corazón del pueblo. Nosotros, al participar de la procesión de Ramos y, de la celebración eucarística, también nos sumamos a ese pueblo que, lleno de fe, reconoce en Jesús la presencia salvadora de Dios, por eso lo aclamamos como nuestro Rey y Mesías.
Y, sin embargo, este triunfo se sellará con el dolor. Pues sólo por la cruz es que se llegará a la gloria. Por eso Jesús es, para nosotros, un Rey que, desde el trono de la Cruz, preside nuestra vida y, el Mesías que desde esa misma cruz nos abre el camino hacia la salvación; hacia la eternidad en el corazón del Padre.
A lo largo de los días que conforman la semana mayor, hagámonos cercanos al Señor. Él nos necesita porque va a pasar por las horas de mayor soledad y tristeza por las que nadie más ha pasado jamás. Y, en esos momentos él necesitará de nosotros. Necesitará de nuestra compañía, consuelo, cariño. Hagamos el esfuerzo de darle al Señor nuestro consuelo, porque Jesús, realmente lo necesita.

Homilía del Domingo 4 de Cuaresma. Volver a la casa paterna.
27 March 2022
Homilía del Domingo 4 de Cuaresma. Volver a la casa paterna.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (15, 1-3.11-32) En aquel tiempo, solían acercaron a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:
- «Ese acoge a los pecadores y come con ellos.»
Jesús les dijo esta parábola:
- «Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna."
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo,se marchó a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada.
Recapacitando entonces, se dijo:
"Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros. "
Se levantó y vino a donde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.
Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo, "
Pero el padre dijo a sus criados:
"Sacad en seguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."
Y empezaron a celebrar el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
Este le contestó:
"Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud."
El se indignó y no quería entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Entonces él respondió a su padre:
"Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado."
El padre le dijo:
"Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado"».

Palabra del Señor