El problema del hombre radica en su incapacidad de ‘creer’: Si no viereis señales y milagros no creeréis.
El no creer no es un problema de fe, es un problema de comunión con Dios; el hombre no puede creer porque no está dispuesto a tener comunión con Dios,
El no creer es un estado de negación y de rechazo a aceptar la intervención de Dios en su vida; es el reflejo de la condición caída del hombre,
Creer no significa admitir la posibilidad de que algo difícil pueda ser hecho; creer es arriesgarse a perderlo todo por tal de ‘ponerse de acuerdo’ con Jesús,