EP#8 Fuego que Despierta ll - Nelson Gallitto
11 June 2025

EP#8 Fuego que Despierta ll - Nelson Gallitto

El canto del gallo

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🔊📖🐔 EL CANTO DEL GALLO


🗓️ Jueves, 12/6/2025


Serie: HASTA QUE EL MUNDO ARDA 🔥


EP#8 Fuego que Despierta ll


📖 Mateo 9:36 “Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.”


El polvo del camino aún se levantaba cuando Jesús detuvo su andar. A su alrededor, los rostros se multiplicaban, marcados por la fatiga, la desesperanza, la enfermedad. No eran números, no eran multitudes anónimas. Eran personas. Cada una con una historia de quebranto, un suspiro no escuchado, una herida abierta.


No fue una emoción superficial. No fue simpatía distante. Jesús sintió dolor en lo más profundo de su ser. El fuego de su divinidad ardió en compasión. Hoy, ese fuego parece escaso. Las calles están llenas de rostros solitarios, las redes de gritos disfrazados de publicaciones, los púlpitos de mensajes elocuentes y lágrimas de emoción, pero no de quebrantamiento. Samuel Zwemer dijo con razón: “La evangelización depende más de corazones encendidos que de mentes brillantes.”


La compasión, ese fuego que llora con los que lloran y se mueve hacia los que sufren, ha sido reemplazada por la eficiencia, la estrategia y la autopromoción. Jesús no solo sintió, actuó. Mateo 9:36 no se queda en una observación, sino que da paso a un clamor misionero: “La mies es mucha, pero los obreros pocos” (vs37). El dolor que Jesús sintió se convirtió en súplica: “Rogad al Señor de la mies…” El fuego de la compasión no se queda sentado en fríos asientos. No observa las noticias con indignación pasiva. Se levanta, se inclina, camina hacia el dolor.


Compasión verdadera no es un sentimiento, es una revolución interior que te empuja hacia el prójimo. En septiembre de 1904, en un pequeño rincón de Gales, una joven llamada Florrie Evans se levantó en una reunión y dijo con voz temblorosa: “Señor, doblégame”. Esa sencilla frase se convirtió en la chispa que encendió el corazón de Evan Roberts. Cien mil personas fueron alcanzadas en meses, no por estrategias misioneras, sino por corazones encendidos. Evan Roberts lo dijo sin titubeos: “El avivamiento no viene por predicadores elocuentes, sino por corazones quebrantados.”


Y es que el quebranto es la antesala del fuego. Dios no enciende lo que no se ha rendido. No derrama llamas sobre la autosuficiencia. Isaías 66:2 lo confirma: “Miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.” Hay creyentes que conocen bien los textos, pero ya no conocen las lágrimas de empatía por el perdido. Defienden la doctrina, pero no derraman aceite sobre heridas. 1ª Corintios 1:27 lo grita con poder: “Dios eligió lo débil… lo vil… lo que no es…” Porque el fuego de Dios no busca lo impresionante, sino lo disponible. No se posa sobre egos inflados, sino sobre almas quebrantadas. La compasión ardiente no necesita grandes plataformas. Solo necesita una calle, una esquina, una mirada.


Como dijo Leonard Ravenhill: “Dios no necesita más estrellas en la iglesia; necesita más antorchas en las calles.” Ezequiel 9:4 describe a los marcados por Dios como aquellos “que gimen y claman por todas las abominaciones”. Ese es el perfil del intercesor verdadero. No del que denuncia desde el púlpito, sino del que gime desde el suelo.


El fuego divino no solo ilumina; sensibiliza. Derrite el hielo del alma. Nos devuelve el peso de la eternidad. Nos recuerda que cada alma sin Cristo camina hacia un abismo. Cuando Evan Roberts fue tocado por el clamor de Florrie Evans, algo se encendió. No fue su intelecto, fue su espíritu.


Ese fuego, cuando es real, se propaga. Como brasas en campo seco. El avivamiento no vendrá por grandes luces en escenarios, ni aplausos, ni manos levantadas… vendrá cuando una sola llama de amor verdadero consuma la indiferencia de la iglesia de hoy.


📲 FRASE DEL DIA: “Dios no necesita más estrellas en la iglesia; necesita más antorchas en las calles.” Leonard Ravenhill


🖋️ Nelson Gallitto


🎶🎵 Reina Jesús - Santiago Benavides