🔊📖🐔 EL CANTO DEL GALLO
🗓️ Martes, 10/6/2025
Serie: HASTA QUE EL MUNDO ARDA 🔥
EP#6 ENCENDIENDO EL FUEGO
📖 Juan 1:5 “La luz brilla en la oscuridad, y la oscuridad jamás podrá apagarla”.
Imagina una noche fría en el desierto. Un viajero solitario enciende una hoguera. Las llamas crepitan, iluminando la oscuridad, ahuyentando las bestias que acechan, dando calor cuando comienza la bruma helada a hacer mella en el cuerpo cansado del viajero. El eco de la voz de Jesús aún resuena diciendo: "He venido a traer fuego sobre la tierra; ¡y cómo quisiera que ya estuviera encendido!" (Lucas 12:49). No hablaba de destrucción, sino de pasión divina, de un incendio santo que debía propagarse hasta los confines de la tierra. Su venida no fue para traer una paz superficial, sino para provocar una transformación profunda, que inevitablemente dividiría a las personas entre quienes lo aceptan y quienes lo rechazan.
El fuego representa el cambio radical que su mensaje trae al corazón humano y a la sociedad. Jesús anhela que esa obra regenerativa esté en plena acción. Así es el fuego de Dios, es el fuego que nunca se apaga, la luz verdadera quien da luz a todos (vs 9), que guía al ser humano hacia los pies de la cruz y al creyente a negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirle (Lucas 9:23).
Pero hoy, muchos creyentes viven como carbones apagados: cálidos al tacto, pero sin llama. ¿Dónde está ese fuego que hacía temblar a los imperios? ¿Dónde está esa urgencia que movía a los mártires a dar su vida por el Evangelio?
Ese fuego no arde por capricho. Arde porque el corazón humano fue creado para inflamarse de lo eterno. Nuestra alma, según Jonathan Edwards, es “una chispa de fuego caída del altar de Dios, que no halla descanso hasta volver a su origen.” Pero ese fuego, aunque divino, no impone su llama. Se ofrece. Y cuando es aceptado, consume la mediocridad y hace del corazón un tabernáculo ardiente.
Hoy, muchos caminan en penumbra espiritual. No niegan la luz, pero ya no la disfrutan. Se conforman con la sombra templada de la religión. Hablan de Dios como quien recuerda un fuego que alguna vez existió. Pero la fe no puede sostenerse de brasas. Necesita llama viva. Jesús, no vino a encender lámparas decorativas, vino a establecer un incendio de gracia. Vino a hacer arder los huesos, a provocar una urgencia santa, a romper la neutralidad. Y es allí donde muchos retroceden. Porque amar esta Luz implica morir a toda oscuridad que no incomoda. Implica dejar de esconderse, de justificarse, de negociar con el pecado. Pero quien se rinde ante esa llama, descubre que no hay oscuridad capaz de sofocarla. Porque esta luz no es un adorno celestial. Es el testimonio vivo del Dios que descendió a la noche del hombre para convertirla en mañana.
No esperes más para arder. No des más espacio a la penumbra en tu corazón. Esta no tiene poder si no se le da lugar. Porque, como afirmó C.S. Lewis: “El diablo es un perro encadenado. No puede morder si no te acercas.” Tú fuiste llamado a arder. No a sobrevivir con tibieza, sino a ser llama viva. No para esconderte bajo montones de deberes religiosos, sino para encender el mundo desde la gratitud que fluye de un corazón transformado.
Como dijo Luis Palau, con la mirada fija en la eternidad: “El fuego de Dios no viene a entretenernos, viene a transformarnos. Si no ardes, ¿de qué sirve tu vida?” Desde el inicio, la oscuridad ha intentado sofocar la voz de Dios. Pero la luz que emana del Verbo hecho carne no es una vela frágil; es una aurora que no retrocede, hasta que el mundo arda.
📲 FRASE DEL DIA: El fuego de Dios no viene a entretenernos, viene a transformarnos. Si no ardes, ¿de qué sirve tu vida?. Luis Palau
🖋️ Nelson Gallitto
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