El cristianismo primitivo no surgió como una única tradición homogénea, sino como un conjunto de múltiples interpretaciones sobre la figura de Jesús. En el siglo II, coexistían diversas corrientes cristianas, algunas de las cuales terminaron marginadas. Jesús, aunque fundamental para la fe cristiana, no se proclamó fundador de una religión. Su figura fue reinterpretada tras su muerte por sus seguidores, quienes, basándose en las Escrituras, elaboraron una teología que lo situaba como el Mesías resucitado. Exposición de Antonio Piñero.