Ser parte del pueblo de Dios no es algo que debamos tomar a la ligera, no solamente se trata de confesar ciertas doctrinas o participar en ciertos actos religiosos. La verdadera fe del creyente no solo es de labios hacia afuera, su estilo de vida es una evidencia que comprueba o contradice su confesión de fe.
A través de este salmo se nos advierte sobre el peligro de la falsa adoración. El salmista nos dice que es Dios mismo quién llama a su pueblo a juicio para rendir cuentas sobre su vida espiritual, sobre cómo su pueblo vive a la luz del pacto.