ENTREGA EXTRAVAGANTE - GYSELLE CRUZ VALDÉS
- María de Betania, hermana de Martha y Lázaro.
- Lucas 10:39 - María era una discípula de Jesús, le gustaba escuchar al maestro.
- Juan 15:4 - Jesús preparando a sus discípulos, para saber cómo deben vivir cuando Él no esté.
- María sabía que aprender de Jesús era más beneficioso que el ajetreo del día, sabía que era mucho mejor permanecer a sus pies.
- Mientras Martha estaba enojada reclamando, María estaba en silencio.
- La mejor parte para María era escuchar la palabra del maestro.
- Seamos intencionales, la buena parte es la que Jesús nos enseña a través de su palabra.
- Debemos desear estar pegados a la vid.
- A sus pies es donde debemos estar.
- Juan 11:20-35 - María nuevamente se postró a los pies de Jesús, llorando, Jesús se estremeció en espíritu y se conmovió, Jesús lloró.
- ¿A quién escuchamos? ¿Cómo actuamos? ¿En quién confiamos nuestro dolor? ¿A quién acudimos? María sabía que a los pies de Jesús podía encontrar alivio a su dolor.
- María Magdalena no es la misma María de Betania.
- Mateo 26:6-13, Marcos 14:4, Juan 12:5 - nuevamente el acto de María levanta una crítica.
- María se anticipó para ungir el cuerpo de Jesucristo, preparándolo para su sepultura.
- Después de sepultado Jesús, un grupo de mujeres se acercaron a ungir su cuerpo, pero Jesús ya no estaba. María no estaba en ese grupo, porque María ya había ungido a Jesús antes de su muerte.
Apatía:
- El orgullo de la apatía nos pone como si fuéramos Dios. No le debemos explicaciones a nadie, sabemos lo que es mejor para nosotros. Muchas veces esto se produce luego de que Dios nos bendice y nos muestra su bondad; luego de esto lo olvidamos.
- La pereza de la apatía: Preferimos estar ocupados en otros asuntos y dejamos a Dios para lo último o ni lo buscamos.
- El egoísmo de la apatía: Solo queremos estar solos con nosotros mismos y en paz. Solo procuramos estar en nuestra comodidad.
- La mentira de la apatía – Hacemos inventario de las cosas que hacemos para Dios y las justificamos para indicar que estamos bien ante Dios. Debajo de esto se esconden las verdaderas intenciones que no siempre son las mejores.
- ¿Estamos reteniéndole algo a Jesús? Jesús nos invita a romper el frasco para entregar y derramar nuestro perfume a sus pies.