995 – Sal 129:4-5 – Salmos. La justicia y fidelidad de Dios.
Jehová es justo; cortó las coyundas de los impíos. Serán avergonzados y vueltos atrás todos los que aborrecen a Sion.
Desde sus primeros tiempos, al pueblo de Israel lo persiguieron, pero nunca lo destruyeron por completo. Sucede igual con la Iglesia. Los cristianos han enfrentado momentos fuertes de persecución, sin embargo la Iglesia nunca ha sido destruida. Como dijo Jesús a Pedro: "Sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella" (Mt 16:18). Cuando se enfrente a la persecución y a la discriminación, cobre ánimo: la Iglesia nunca será destruida. “Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.” (Mt 5:11-12).
1. Sufrimiento y liberación (Sal 129:1-4).
“Mucho me han angustiado desde mi juventud, puede decir ahora Israel” (Sal 129:1). El salmista recuerda los sufrimientos de Israel desde los días de su opresión en Egipto. A través de toda su historia el pueblo de Dios ha tenido que confrontar oposición y sufrimiento. Pero un resumen de esta historia hace al salmista alabar a Dios. “Mucho me han angustiado desde mi juventud; mas no prevalecieron contra mí.” (Sal 129:2). Es una nota de victoria, no han prevalecido, “No pudieron contra mí”. “Sobre mis espaldas araron los aradores; hicieron largos surcos.” (Sal 129:3). La figura de “arar sobre las espaldas” indica sufrimiento horrible. Isaías usa una figura semejante “Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos.” (Is 50:6). La misma figura describe el sufrimiento del Siervo de Jehová, predice el castigo injusto de Jesús antes de su muerte, soportando los horribles azotes del látigo de sus atormentadores, que laceraron su espalda (Jn 19:1). Las opresiones de los egipcios hicieron daño físico a los israelitas, pues los golpes de los capataces hicieron surcos en sus espaldas (Is 50:6). Pero nunca acabaron con el pueblo de Dios, porque Dios es justo y fiel. Su pueblo ha sobrevivido a través de más de 30 siglos. Una vez preguntaron a Martín Lutero cómo se puede comprobar que la Biblia es la Palabra de Dios. Su respuesta fue: “los judíos”. “Jehová es justo; cortó las coyundas de los impíos.” (Sal 129:4). Este verso amplía la nota de victoria. Jehová es justo, es fiel a su pacto con su pueblo. La metáfora, cortó las cuerdas… puede tener doble significado. 1. Dios liberó a los oprimidos, como el buey es librado cuando se cortan las cuerdas del arado. 2. Dios cortó el poder de los angustiadores.
2. Dios defiende a su pueblo (Sal 129:5-8).
“Serán avergonzados y vueltos atrás todos los que aborrecen a Sion.” (Sal 129:5). Esta estrofa es una oración de confianza en la acción justa de Dios. El salmista no toma venganza sino pide que Dios haga justicia. Es claro que el pueblo está orando, intercediendo, por la derrota de los enemigos y por la victoria de su ciudad. Lo que Dios ha hecho en el pasado nos da confianza para el futuro. El lenguaje nos sirve bien en la batalla contra las fuerzas malignas; podemos pedir, clamar por su derrota. La gran respuesta, y la única, a esta oposición es la oración. “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.” (Ef 6:11-13). Los enemigos de Dios “Serán como la hierba de los tejados, que se seca antes que crezca;” (Sal 129:6). La hierba que crece en las pequeñas roturas de los techos,