1137 – Is 47:1 – Isaías 46-47. Superioridad de Dios sobre Babilonia.
Desciende y siéntate en el polvo, virgen hija de Babilonia. Siéntate en la tierra, sin trono, hija de los caldeos; porque nunca más te llamarán tierna y delicada.
Los ídolos no pueden ayudar, no salvan. Este es uno de los mensajes centrales de Isaías 40–48. Vez tras vez, el profeta Isaías confronta a los que ponen su fe en los ídolos. Los ídolos de las naciones en general, no salvan (Is 45:20-25). Estos no pueden salvar (Is 45:20) porque Jehová es el único Salvador (Is 45:21–22). Vendrá el día en que todos, sin excepción, reconozcan este hecho (Is 45:23–24). Esto no significa que todos serán salvos, sino sólo que reconocerán que Jehová es el único Salvador del mundo. La salvación de Israel se decreta en Is 45:25. Los ídolos de Babilonia específicamente, no salvan (Is 46:1–47:15). Los dioses más importantes de Caldea, Bel (Marduc) y Nebo, fueron completamente humillados. En vez de proteger a sus adoradores, tuvieron que ser cargados por ellos (Is 46:1-2). Jehová, en contraste, soporta a los suyos toda la vida “desde la matriz. Y hasta la vejez” (Is 46:3-4). “Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para Él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de Él.” (1Co 8:5-6)
I. Superioridad de Dios sobre los ídolos de Babilonia (Is 46:1–13). “Se postró Bel, se abatió Nebo; sus imágenes fueron puestas sobre bestias, sobre animales de carga; esas cosas que vosotros solíais llevar son alzadas cual carga, sobre las bestias cansadas. Fueron humillados, fueron abatidos juntamente; no pudieron escaparse de la carga, sino que tuvieron ellos mismos que ir en cautiverio.” (Is 46:1-2). Bel también era llamado Marduk (Jer 50:2), dios del sol. Nebo, hijo de Marduk era el dios del aprendizaje, la escritura, astronomía y astrología. Los dioses de Babilonia no podrían evitar que la nación fuese capturada. Esos ídolos llegaban a ser una carga muy pesada. Así se ilustra que éstos, en lugar de aliviar la carga de los babilonios, la tornaban más intolerable. (Jer 10:4). En contraste, nuestro Señor, el Dios de Israel sostiene y levanta a su pueblo desde la concepción hasta la vejez. “Oídme, oh casa de Jacob, y todo el resto de la casa de Israel, los que sois traídos por mí desde el vientre, los que sois llevados desde la matriz. Y hasta la vejez yo mismo, y hasta las canas os soportaré yo; yo hice, yo llevaré, yo soportaré y guardaré.” (Is 46:3-4). Además de cuidar y sostener a su pueblo, Dios también lo cuida a lo largo de su vida. “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” (Is 41:10). “y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” (Mt 28:20b). Dios es único e incomparable. “¿A quién me asemejáis, y me igualáis, y me comparáis, para que seamos semejantes? Sacan oro de la bolsa, y pesan plata con balanzas, alquilan un platero para hacer un dios de ello; se postran y adoran. Se lo echan sobre los hombros, lo llevan, y lo colocan en su lugar; allí se está, y no se mueve de su sitio. Le gritan, y tampoco responde, ni libra de la tribulación.” (Is 46:5-7). A diferencia de los dioses falsos, el Dios verdadero responde a las oraciones de su pueblo y lo libra.