1131 – Is 38:1 – Isaías 38-39. Cautividad de Judá en Babilonia.
En aquellos días Ezequías enfermó de muerte. Y vino a él el profeta Isaías hijo de Amoz, y le dijo: Jehová dice así: Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás.
Los capítulos de Is 38-39 nos introducen al estudio de la segunda y última sección principal del libro de Isaías cuya palabra clave será consolación. Los capítulos Is 1–39 están llenos de mensajes de juicio, pero luego Is 40-66 enfatiza en dar ánimo y consolación por la restauración y liberación futura del pueblo. Debemos observar que cronológicamente los capítulos 38 y 39 sucedieron antes de los capítulos 36 y 37 (Véase Is 38:6). El orden de los eventos es: La enfermedad y curación de Ezequías (Is 38). La visita de los babilonios (Is 39). La derrota de Senaquerib y los asirios (Is 36 y 37). Esta historia se complementa con 2Re 20 y 2Cr 32. El propósito de Is 38-39 es identificar a la nación opresora, a Babilonia, que llevaría en cautiverio 70 años a Israel como disciplina enviada por Dios debido a su rebeldía.
I. Ezequías sana de su enfermedad (Is 38:1–8). “En aquellos días Ezequías enfermó de muerte. Y vino a él el profeta Isaías hijo de Amoz, y le dijo: Jehová dice así: Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás.
” (Is 38:1). La enfermedad de Ezequías incluía una llaga mortal e Isaías le dijo que moriría. (Is 38:21). Ezequías se volvió de inmediato a Dios en oración quien contestó su oración, permitiendo que viviera otros quince años y serían librados de la invasión de los asirios. (Is 38:2-6). Confiermos en el soberano y poderoso Dios “echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros.” (1Pe 5:7; Fil 4:6-7). Dios confirmó su promesa a Ezequías con una señal. “He aquí yo haré volver la sombra por los grados que ha descendido con el sol, en el reloj de Acaz, diez grados atrás. Y volvió el sol diez grados atrás, por los cuales había ya descendido.” (Is 38:8). Confiemos en la fidelidad de Dios “porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.” (2Co 1:20).
II. Cántico de gratitud de Ezequías (Is 38:9–20). En este cántico de gratitud Ezequías declara su condición por la enfermedad (Is 38:9-15) y afirma que su fuerza estaba en Dios (Is 38:16-20). Ezequías reconoce que su enfermedad era como si Dios, como un león, estuviera quebrando todos sus huesos, una figura literaria que describe una profunda angustia interna. “Contaba yo hasta la mañana. Como un león molió todos mis huesos; de la mañana a la noche me acabarás.” (Is 38:13). De alguna manera, sus gritos de dolor eran como el sonido de un ave que lamenta, como de una paloma (Is 38:14; 59:11; Nah 2:7). Ezequías reconoció que la enfermedad permitida por Dios era para que se humillara. “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él os exalte cuando fuere tiempo” (1Pe 5:6). Sin embargo, Ezequías afirmó que mientras tuviera vida, proclamaría la fidelidad del Señor. “El que vive, el que vive, éste te dará alabanza, como yo hoy; el padre hará notoria tu verdad a los hijos.” (Is 38:19). No solo debemos ser agradecidos a Dios por su gran bondad sino también contar sus maravillas a nuestros hijos. “Generación a generación celebrará tus obras, y anunciará tus poderosos hechos.” (Sal 145:4). Por la sanidad recibida cantaría alabanzas al Señor en la casa de Jehová. “Jehová me salvará; por tanto cantaremos nuestros cánticos en la casa de Jehová todos los días de nuestra vida.” (Is 38:20).