1109 – Cnt 2:14 - Cantares. El amor reciproco en los esposos.
Paloma mía, que estás en los agujeros de la peña, en lo escondido de escarpados parajes, muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz; porque dulce es la voz tuya, y hermoso tu aspecto.
¿Fue más romántica la primera semana de su matrimonio, o la semana que acaba de pasar? Es normal que algo de la pasión inicial se vaya calmando. Pero en medio de las ocupaciones, los problemas y los conflictos, puede disminuir demasiado, incluso hasta apagarse y extinguirse. Esta segunda canción de Cantares (Ctn 2:8-3:5) enseña el encuentro, luego la tristeza de la separación, y habrá un volver a encontrarse, y nos presenta algunos ejemplos de cómo avivar el romance con nuestro cónyuge. La palabra clave que continua durante todo el noviazgo y el matrimonio es el amor. La esposa dice: Su bandera sobre mí fue amor (Cnt 2:4). Estoy enferma de amor (Cnt 2:5). No despertéis al amor (Cnt 2:7).
I. Paseo por el campo (Cnt 2:8-14). El ambiente de Cnt 2:8–3:5 es el campo, cerca del hogar de la amada. En el contexto de un jardín precioso que recuerda el huerto del Edén. Probablemente vivía en Líbano, al norte de Israel (Cnt 4:8, 15). Sin embargo, lo importante es reconocer el incremento de la intensidad del anhelo que la pareja siente por estar juntos y que su intimidad crezca. El amado, el esposo se acerca al hogar de su amada y con toda emoción ella describe su venida como la de un corzo o cervatillo: “¡La voz de mi amado! He aquí él viene saltando sobre los montes, brincando sobre los collados. Mi amado es semejante al corzo, o al cervatillo. Helo aquí, está tras nuestra pared, mirando por las ventanas, atisbando por las celosías.” (Cnt 2:8). El amado le pide a su amada que salga con él a caminar por el campo diciendo: “Mi amado habló, y me dijo: Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven.” (Cnt 2:10-13). Al inicio y al final de su invitación le dice: ven (Cnt 2:10, 13; 8:14). Como el amor reciproco del matrimonio así debe perseverar el amor del creyente, la iglesia, por su amado Jesucristo: “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven.“ (Ap 22:17). Los esposos al retomar momentos juntos como en el tiempo pasado de enamorados, de novios hace que se sientan como si llegara la primavera, pues todo parece fresco y nuevo. Vemos las flores con sus colores que nos llena de alegría. Oímos la voz de la tórtola que “anuncia” la llegada de la primavera. Disfrutamos como la higuera hace fructificar sus higos. Percibimos que las vides florecen dando su olor antes que aparezcan las uvas. Se reaniman los halagos, cumplidos del amor reciproco y el esposo dice a la esposa: “Paloma mía, que estás en los agujeros de la peña, en lo escondido de escarpados parajes, muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz; porque dulce es la voz tuya, y hermoso tu aspecto.” (Cnt 2:14). Pero cuando todo puede estar bien las pequeñas dificultades pueden dañar la buena relación matrimonial. La esposa como mujer sabía que edifica su casa (Pr 14:1) advierte a su marido diciendo: “Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas; porque nuestras viñas están en cierne.” (Cnt 2:15). “Las zorras” representan los obstáculos y tentaciones que han afectado a todas las parejas a través de los siglos. La esposa confía en la seguridad del amor reciproco: “Mi amado es mío, y yo suya; el apacienta entre lirios.” (Cnt 2:16). “Con sabiduría se edificará la casa, y con prudencia se afirmará; y con ciencia se llenarán las cámaras de todo bien preciado y agradable.” (Pr 24:3-4).