La batalla espiritual, intensa y sin cuartel, que se libra hoy en el mudo es real. Si estamos dispuestos a aprender, Dios nos moldea como si fuéramos blandos trozos de barro. Si nos resistimos, nos tuerce como láminas de metal maleable. Y si somos demasiado tercos, nos cincela y esculpe como bloques duros de mármol. Pero en todos los casos, Él trabajará con nosotros. ¡Gloria a Dios por su terapia de espinas, por remover nuestro nido y por la oportunidad única que nos da de volar alto!