Repasando algunas de sus producciones históricas volvemos a los cimientos de Panart, la etiqueta pionera que con carácter independiente, sentó las bases de la industria discográfica nacional.
En 1944, con una producción discográfica regular, el ingeniero de sonido Ramón Sabat marcó un antes y un después en el panorama de producción, edición y difusión de la música en la isla.
Hasta la aparición de Panart, todo lo atractivo y apetecible que acontecía artística y musicalmente lo registraban emporios norteamericanos. Entre ellos los de mayor presencia Columbia y Victor, esta última fusionada ya en los primeros años 40 con la Radio Corporation of América (RCA).
Aún latente la segunda guerra mundial, Sabat comenzó a instalarse en la habanera calle San Miguel no.410.
Con el equipamiento técnico mínimo e indispensable, listo para comenzar a grabar y prensar sus producciones, echaba a andar una maquinaria de difusión exitosa que, en un país esencialmente musical, trazó un camino señero para otros emprendedores de la época.
Nacía entonces la industria fonográfica independiente cubana. Hacia 1960 la representaban poco más de 30 sellos con unos volúmenes de producción estable y con una presencia importante en el extranjero.
La política cultural en función del control absoluto y la estatalización de los medios de difusión, entronizada por el régimen militar instaurado en 1959 (a través de las llamadas "intervenciones") comenzó a poner punto final al flujo de promoción musical sustentado por una eficiente maquinaria de producción, edición y difusión de música popular cubana que funcionaba maravillosamente dentro y fuera de la Isla.
El 30 de mayo de 1961 la Panart fue "nacionalizada". Ramón Sabat, su fundador, forzado al exilio murió en los Estados Unidos el 15 de marzo de 1986 completamente olvidado.
Los históricos estudios que fundó hace más de ocho décadas en La Habana los ocupa EGREM.
Las memorias de la industria discográfica nacional que, en la frontera de los años 50 a los 60, gozaba de maravillosa salud, nos sirve de pretexto para reverenciar el arte del pianista Frank Emilio Flynn. Así retomamos las ediciones del sello independiente "Tropicana".
El productor radial Adolfo Seeman quien desempeñaba sus labores en la emisora habanera CMOX con un perfil dedicado al jazz, propició en dos álbumes el debut discografico del llamado "Quinteto de Música Moderna".
Junto a Frank Emilio: Papito Hernández en contrabajo, Tata Güines en las tumbadoras, Guillermo Barreto alternando drums y pilas, y Gustavo Tamayo en güiro. Producciones "Tropicana" afianzando en el mercado discografico independiente, la categoría del jazz cubano.
Seguimos repasando la banda sonora de los primeros años 60. El argentino Luis Aguilé, precedido por sus grabaciones para la etiqueta Odeon, a la par de conquistar un público netamente adolescente, encontró en Cuba una fenomenal plaza que impulsó su carrera.
Aparte de la mega influencia de ídolos norteamericanos como Elvis, Paul Anka o Neil Sedaka, también por esas fechas las grabaciones de "Los Cinco Latinos" y las del mexicano Manolo Muñoz fueron conformando un sedimento estético y sonoro donde estrellas nacientes como el rockero de Palma Soriano: Luisito Bravo se dieron a conocer.
Seguimos conectados con la industria del disco independiente cubano.
Hacia 1961, en pleno auge el formato de los combos, las grabaciones de Luisito Bravo con los arreglos y acompañamientos del imprescindible Eddy Gaytán, producidas por la etiqueta Velvet, esbozaban la categoría del pop rock cubano, abriendo un camino que muy pronto seguirían otros exponentes.
Algunos de los abuelos del pop rock cubano se apoyaron en estilos como el twist, el wawá, el gogó, el yeyé y el shake.
Sobrevivieron en un ambiente sonoro marcado por la estatalización del sistema de difusión donde sus canciones no tenían mucho qué hacer.
Luisito Bravo, Lita del Real, Raul Gómez con Los Bucaneros, Danny Puga y Luisa María Güell despiden el programa.