Su condena en 2021 por el asesinato de Susan Berman marcó el fin de una vida llena de sospechas, mentiras y misterio. Aunque murió en prisión en 2022, las dudas sobre su responsabilidad en la desaparición de su esposa Kathie McCormack y otros crímenes persisten, dejando un legado de intriga y tragedia. Robert Durst es un ejemplo de cómo el dinero y el privilegio pueden retrasar la justicia, pero no evitarla por completo.