Señalados de pertenecer a grupos guerrilleros o de hacer terrorismo en Colombia, mujeres y hombres se enfrentan a montajes, convirtiéndose en víctimas de los denominados “falsos positivos judiciales”. Pero no solo son ellos y ellas quienes sufren por el uso de los aparatos de justicia en su contra; las familias, son en muchos casos víctimas de persecución, intimidación, estigmatización, separaciones y exilios.
Aquí concluye la historia de Felipe y su familia, quienes como muchos otros jóvenes y docentes universitarios, viven en carne propia las acusaciones de crímenes no cometidos y se enfrentan a condenas, procesos legales extensos, maltratos dentro de las prisiones y a la persecución por miembros de la Policía Nacional y hasta de la misma justicia.