Desde chica, Micaela tenía un “plan de vuelo” bastante claro: quería ser azafata y volar por todo el mundo. Y no en cualquier aerolínea, sino en Emirates. La pandemia no la detuvo y se convirtió en tripulante de cabina. Tras algunos meses volando por Argentina, y apenas cumplió los 21 años -que es la edad mínima requerida por esa compañía aérea internacional- se postuló para ingresar y fue aceptada. Casi antes de que pudiera darse cuenta estaba desembarcando en Dubai para seguir el entrenamiento que finalmente la pondría en la ruta soñada.