Algunas importantes células del organismo nunca están fijas. Al contrario, están desplazándose continuamente por la sangre o por el interior de los tejidos. El ejemplo más palmario que se me ocurre son los glóbulos rojos, también conocidos como eritrocitos, las células que transportan el oxígeno del pulmón al resto de los tejidos. Estas células están siempre moviéndose por el sistema cardiovascular y nunca lo abandonan —salvo en caso de que se produzca alguna herida o hemorragia accidental—, y ni siquiera necesitan saber dónde tienen que ir. Simplemente, van donde las lleva la corriente. Más información en http://cienciaes.com