Isaías 30:21 “Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda”.
Inicio: Hay personas que han incursionado en pecados secretos, perversión sexual, adicciones a la pornografía, al sexo ilícito, a la fornicación, masturbación, adicción a las drogas, al alcohol, se han entregado a los tres demonios que gobiernan la tierra: Momo (Pasiones desordenadas), a Baco (Alcohol y drogas) y a Arlequín (Suertes y Azar); hoy es el día del arrepentimiento, Dios hace un llamado para colocar nuestras vidas en orden, es el despertar del temor reverencial del Señor, porque hemos perdido el temor a Dios, ya no hay tiempo para jugar al cristianismo falso; Dios nos está llamando, es el tiempo de volver a Dios con todo el corazón… Paremos un momento y hagamos una oración “Padre en el nombre de Jesús vengo ante ti y me arrepiento, pongo mi vida a tus pies, me rindo ante ti, he pecado, he herido a otros, me he herido a mi mismo, te pido que me laves con tu sangre, perdona mis pecados, recibo tu sacrificio, se mi Señor y mi Salvador en el nombre de Jesús, amen…” Levanta tu mano derecha y declara: “Aquí estamos Señor, clamamos por la manifestación de tus propósitos en nuestra vida, familia y descendencia, reconocemos tu gobierno sobre nuestras vidas para que establezcas tu propósito firme… Señor gracias se que no es demasiado tarde porque las promesas de Dios son verdad en mi vida, Señor confío en ti, a pesar de los retrasos aún viviré una vida en victoria”.
Introducción: Existe una guerra celestial, un conflicto entre ángeles y demonios y nosotros estamos en medio de este campo de batalla, por lo tanto estamos en peligro inminente en este mundo caído, la guerra espiritual es continua y diaria contra principados, potestades, huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
El Apóstol Pablo dice que, aunque vivimos con los pies firmemente plantados en lo físico, estamos en una guerra que no es física. Los ataques de Satanás no vienen en forma de poderosos explosivos o armas de fuego, los ataques de Satanás vienen a través de argumentos que se introducen en nuestra mente, en nuestros pensamientos y cuando llegan le abrimos la puerta a espíritus inmundos tales como: Espíritus de muerte, de conmiseración, de autocompasión… en 2 Corintios 10:3–5 “Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”.
Al avanzar en la vida cristiana nos damos cuenta que no hemos venido a un concurso de popularidad, sino a una zona de guerra donde el blanco somos nosotros, nuestras familias, nuestros descendientes, el enemigo vendrá susurrando a tu oido sus argumentos opuestos a la verdad de Dios y tenemos que estar listos a pelear la batalla.
No supongas erróneamente que Satanás solo irá tras tu vida espiritual, no, nuestro enemigo viene contra nosotros, Satanás usará cualquier cosa de nuestro pasado, cualquier debilidad personal, o cualquier persona que apreciamos como una palanca contra nosotros.
Dios nunca nos instruye para que planeemos estrategias de guerra contra Satanás, las instrucciones de Dios son mantenernos firmes. Nos armamos para poder resistir en el día malo, y habiéndolo hecho todo, estar firmes, Efesios 6:13 "Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes”.
Nuestra mayor defensa es derribar los argumentos que Satanás lanza en nuestra contra, escogemos creer la verdad de Dios en lugar de los arrogantes argumentos que Satanás levanta en medio de nosotros.
¿Y qué ocurre cuando resistimos? Esta escrito en Santiago 4:7 “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros”.
Para ilustrar esta Palabra vayamos al momento en que Jesús se enfrentó con el diablo, esto ocurrió entre su bautismo, cuando los cielos se abrieron y Dios proclamó que Jesús era Su Hijo amado y el comienzo de Su ministerio público de predicar y llamar a la gente al arrepentimiento, es decir, entre Mateo 3:17 “Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” y Mateo 4:17 “Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”.
Jesús estaba solo en el desierto, así que, suponemos que Jesús les contó a sus discípulos sobre el ataque de Satanás tiempo después, tal vez como una sesión de entrenamiento a sus discípulos. Jesús sabía que ellos se enfrentarían al mismo tipo de ataque por parte del mismo enemigo ya que los mismos tres argumentos que Satanás presentó contra Jesús, también lo usará contra nosotros.
Satanás se dirige hoy a los hijos de Dios con el mismo tono, si Dios te ama, ¿por qué sufres? ¿Por qué permite que te suceda esto o lo otro? Satanás utiliza la vergüenza para tratar de dañar nuestra fe, pone en duda la bondad de Dios, por tal razón debemos mantenernos firmes, confiando en Dios incluso cuando se nos pide que soportemos dificultades. Dios es bueno, está con nosotros y podemos confiar en Él.
Para mantenernos firmes contra el orgullo debemos humillarnos como siervos de Dios y no como hijos con derechos. La humildad no exige nada a Dios, sino que confía en que todas Sus promesas se cumplirán cuando Dios diga que es el momento.
Ministración: Pasar a la gente al frente y que se paren firmes.
Mantenernos firmes: Dios valora la debilidad, no la fuerza. Luchamos mejor, no con nuestras propias fuerzas, sino de rodillas, en dependencia de Dios, 2 Corintios 12:9 “Y me ha dicho: Bástate mi gracia...