
Parálisis Espiritual (Pastor Andrés Mejía)
Charlas Pastores Luis Salas y Jeannette Noguera, Iglesia ETP
Juan 5:5 “Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo”.
Una parálisis es la pérdida total o parcial del movimiento en una o más partes del cuerpo, y generalmente ocurre cuando hay un problema con el sistema nervioso, especialmente el cerebro, la médula espinal o los nervios periféricos.
Cuando hablamos de «parálisis espiritual» la Palabra se refiere a una condición en la que una persona pierde su capacidad de avanzar en su vida espiritual, de responder a Dios, o de cumplir con su propósito, debido a heridas, incredulidad, pecado, o falta de fe. Esta experiencia, que tal vez muchos de nosotros hemos o estamos enfrentado en algún momento de nuestro camino de fe, se manifiesta como un estancamiento espiritual, una sensación de desmotivación, o una desconexión profunda en nuestra relación con Dios.
A menudo, la parálisis espiritual se arraiga en nuestra vida debido a una serie de consecuencias: Dudas que nublan nuestra fe, los constantes obstáculos que encontramos en la vida diaria o incluso el desgaste que proviene del ajetreo constante de nuestras rutinas.
Esta situación espiritual puede parecer un laberinto sin salida, donde los caminos de la oración y la comunión con Dios parecen desvanecerse. Sin embargo, es crucial reconocer que la parálisis espiritual no es un destino final, sino más bien un punto en nuestro viaje espiritual que nos invita a buscar un cambio profundo y significativo.
En el día de hoy, estudiaremos cómo podemos identificar la presencia de parálisis en nuestras vidas, parálisis física, emocional y espiritual. A través de la sabiduría de las Escrituras, y la revelación de Dios, buscaremos maneras de romper las cadenas de la inmovilidad física, emocional y espiritual en nuestras vidas, familias y descendencias.
La parálisis es un espiritu inmundo que te impide el movimiento, el avance; un espiritu que te impide reaccionar, actuar, alcanzar tus metas y propositos, que aunque lo tengas enfrente no puedes alcanzarlo.
Muchos creyentes enfrentan el día de hoy desanimo, en ocasiones también les falta fe, quizá porque no han visto el cumplimiento de sus promesas y empiezan a caer en un círculo vicioso del cual se vuelven víctimas; todo esto los lleva a un enfriamiento espiritual que termina apartándolos de Dios y de la iglesia; empiezan a dejar de congregarse, no oran, dejan de leer la Biblia, no tienen momentos de intimidad y comunión con Dios y al final ese espiritu inmundo trae “flojera espiritual” que luego los convierten en paralíticos.
El libro de Juan 5 registra la sanidad del paralítico de Bethesda, este hombre se había acomodado tanto a esta condición que se volvió víctima de su propia condición y el Señor le hace la pregunta: ¿Quieres ser sano?…
Cuando miro con detenimiento este pasaje, me doy cuenta que la respuesta a la sanidad de la parálisis tanto física, emocional y espiritual, está en el que la padece, tú eres el único que puede decidir si quedarse en esa condición o levantarse y seguir corriendo la carrera.
Juan nos detalla la creencia religiosa popular que había surgido en relación con el estanque de Bethesda y que sirve para explicar el porqué había tantos enfermos reunidos a su alrededor: "Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese”. No debemos pensar que esta creencia fuera cierta, o al menos no hay nada en el texto que nos haga pensar que esto fuese real, esto era lo que creía el paralítico al que sanó Jesús, y otros muchos que estaban allí en una situación parecida; si lo pensamos bien, el "ángel que descendía de tiempo en tiempo al estanque" era bastante cruel, “todo lo contrario a la función de los ángeles del cielo”, porque aunque venía a sanarlos, los hacía esperar indefinidamente, para llegado el momento, obligarlos a luchar con todas sus dificultades para llegar al estanque antes que los otros. Podemos imaginarnos el patético espectáculo cuando por alguna razón comenzara a moverse el agua. De repente, aquella multitud de ciegos, cojos y paralíticos estarían luchando entre ellos, arrastrándose como pudieran, golpeándose unos contra otros en un esfuerzo desesperado por ser los primeros en llegar al agua.
Este paralítico es tipo de personas impotentes para poder salir de su condición. rodeado de personas que están en la misma condición (todas enfermas), como almas sin salvación; paralítico (sin la posibilidad de moverse) y poder salir de su condición lo cual les imposibilita romper las cadenas que las atan. Quieren escapar de su actual condición, pero no pueden, tienen sus esperanzas cifradas en un estanque, en un golpe de suerte, en un por si acaso, en un vamos a ver que pasa, por tal razón es necesario dejar el estanque y dirigirse a la fuente de agua viva que salta para vida eterna. En este caso, la fuente vino al estanque.
¿QUIERES SER SANO? No era una pregunta obvia, era una pregunta necesaria, Jesús necesitaba saber si este hombre realmente quería salir de Bethesda y cambiar su condición actual, el Señor necesitaba saber si realmente este hombre ya estaba resignado a lo que le venía pasando en su vida en los últimos 38 años, hoy el Señor te pregunta: ¿Quieres?, entonces, Toma tu lecho y anda…
La resignación es la hija de la frustración, 38 años de frustración marcaron negativamente la vida de este nombre, de tal manera que le impedía ver su milagro; muchas veces estamos tan acostumbrados a lo que estamos viviendo que lo consentimos en nuestra vida; la enfermedad, el dolor, la ruina, la escasez, la oscuridad, el desánimo, el dolor, trastornos de ansiedad, depresión, bipolaridad, trastornos compulsivos, trastornos causados por traumas emocionales, físicos, espirituales, en fin, la lista es larga…
El Señor estaba abordando el problema en su misma raíz. Porque aunque nos pueda parecer extraño, hay muchas personas que están enfermas y prefieren continuar en su estado, ya que éste les atrae la simpatía, lastima y la ayuda de otros. Esto se percibe con total claridad cuando reflexionamos acerca del estado espiritual del hombre. ¿Cuántos hay que a pesar de tantos fracasos en la vida, no quieren acudir a Dios en busca de una solución a su situación? Viven sin poder escapar de su dilema personal, de los problemas y el vacío de su alma, y sin embargo se niegan a ser sanados moral y espiritualmente. A pesar de que se sienten totalmente insatisfechos con su situación, prefieren resignarse como excusa para no hacer nada y así seguir viviendo de la misma manera que les causa sus problemas. Por lo tanto, la pregunta con la que Jesús inició la conversación tenía como propósito que aquel hombre manifestara que realmente quería ser sanado.
El paralítico había perdido toda esperanza de ser sanado, y le explica al Señor todos los problemas que encontraba para llegar a la única solución que él conocía. Después de tantos años de perseverar sin descanso en lo que no solucionaba su problema, había llegado a darse por vencido. Pero lo más grave de su estado era que cuando Jesús se presentó ante él, su frustración le impedía darse cuenta de que tenía delante de sí la verdadera solución a su situación. Por otro lado, también aprovechó la ocasión para dar rienda suelta a su amargura y culpar a otros, lo cierto es que así somos los seres humanos.
En realidad, tal como aquí se nos presenta a este hombre, podemos decir que es un símbolo de la impotencia espiritual de todos los hombres, porque lo reconozcamos o no, todos nosotros somos totalmente incapaces de ayudarnos a nosotros mismos para cambiar las graves consecuencias que el pecado ha traído sobr...