Bienvenidos al Catálogo Divino en este año jubilar de la esperanza.
La fe en Dios y la confianza en que él nos dará la vida eterna si le somos fieles, ha llevado a muchos santos al martirio.
Muertos para el mundo pero vivos para la eternidad, los mártires nos invitan a no desfallecer ante los problemas y dificultades de la vida.
Y valientes, confiados y humildes han sido los santos que recordamos hoy 16 de mayo.
Hacemos memoria de los Santos Félix y Genadio, mártires; santos Florencio y Diocleciano, mártires; santos Abdas y Abieso, obispos, junto con 38 compañeros mártires;
San Peregrino, mártir; san Posidio, obispo; san Fídolo, presbítero; san Brendán, abad; san Honorato, obispo; san Carentoco, obispo y abad;
44 santos monjes mártires de Palestina; san Germerio, obispo; san Ubaldo, obispo; san Adán, abad; san Simón Stock, presbítero religioso; san Andrés Bobóla, presbítero religioso y mártir;
Beato Miguel Wozniak, presbítero y mártir, beato Vidal Vladimir Bajrak, presbítero religioso y mártir; y el Beato Simeón Cardón, presbítero religioso y 5 compañeros mártires.
Pidamos la intercesión de estos mártires de la Eucaristía.
Dios, Padre de misericordia, maravilloso en tus santos, escucha la oración que te elevamos por intercesión de estos hermanos nuestros, el Beato Simeón y sus compañeros mártires de la Eucaristía. Danos el mismo amor que ellos tenían por ti en el Santísimo Sacramento del Altar. Danos también la prudencia de saber siempre lo que es más grande, y lo que es menor; dándonos al mismo tiempo, el coraje de sacrificar siempre lo que es menor, toda criatura terrena, para recibir lo que es mayor: tu verdadera presencia en la Eucaristía, que es prenda de la felicidad eterna. Amén.
La Divina Eucaristía es el sacramento de la fe, es el sacramento del amor de Dios. Aun así, siendo un regalo tan precioso e invaluable, es tan poco conocido, amado y adorado; al punto de que el mismo Señor se ha quejado con sus santos. Él dijo a Santa Margarita María Alacoque:
He aquí el Corazón, que ha amado tanto a los hombres, y en reconocimiento recibe de la mayor parte sólo ingratitud; ya por sus irreverencias y sus sacrilegios, ya por la frialdad y desprecio con que me tratan en este Sacramento de Amor.
Ojalá todos recibamos la gracia de un amor grande y generoso, que quiera morir para consolar al que nos ha amado hasta el extremo.
Beato Simeón Cardón y compañeros mártires,
Rueguen por nosotros.