Bienvenidos a un capítulo más del Catálogo Divino.
El Señor, al hablar del cielo, lo comparó con un banquete. Y para entrar en ese banquete debemos ir debidamente vestidos y preparados.
En la tierra tenemos un banquete suculento en la Sagrada Eucaristía. Este alimento espiritual nos prepara para participar del banquete celestial.
Y algunos santos fueron capaces de convertir sus cocinas en un cielo de oración, humildad y presencia de Dios, pues la caridad era su mejor sazón.
Y llenos de caridad vivieron los santos que recordamos hoy 8 de mayo. Hacemos memoria de: San Víctor, "el Moro", mártir; san Acacio, soldado y mártir; san Eladio, obispo;
San Arsenio, diácono; san Gibriano, presbítero; san Desiderato, obispo; san Bonifacio IV, papa;
San Benedicto II, papa; san Metrón, ermitaño; san Wiro, obispo; San Amato Roncóni, laico;
Beato Ángel de Massaccio, presbítero religioso y mártir; beato Luis Rabatá, presbítero religioso; beata María Catalina de san Agustín, virgen y beata Ulrika Francisca Nisch, virgen.
El 8 de mayo de 1913, se apagaba una joven vida, que se gastó en el servicio de la cocina y allí conquistó la santidad.
Conozcamos la vida de la Beata Ulrika Francisca Nisch.
Fue beatificada por el papa Juan Pablo II el 1 de noviembre de 1987. Pidamos la intercesión de esta monjita que se santificó entre los pucheros de la cocina.
Oh, Dios que dijiste: “El que se humilla será ensalzado", vuelve los ojos de tu misericordia a las virtudes que practicó tu fiel sierva, la Beata Ulrika Francisca Nisch y haz que también nosotros vivamos humildes y puros en tu santo servicio. Concédenos por su intercesión la gracia que te pedimos, si es de tu divino agrado. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
Cuando decidieron escribir su biografía, algunos se sorprendieron, pues no veían dónde residía su santidad. De hecho, los títulos de las primeras publicaciones son elocuentes: “La santa de la nada”, “la santa de las meriendas”, “La voz silenciosa”.
Pero los hechos hablan por sí solos: su tumba está siempre cubierta de flores e innumerables testimonios dan prueba de las gracias obtenidas por su intercesión.
Escondida en el Corazón de Dios, llenando de amor sus actividades cotidianas, Ulrika se santificó y nos dejó un ejemplo que todos podemos seguir.
Beata Ulrika Francisca Nisch,
Ruega por nosotros.