64 | Beato Román Archutowski - 18 de abril - Cuarta Temporada (2024)

Les damos la bienvenida a este viaje por la historia de la Iglesia a través de las vidas de los santos.

 

Son historias apasionantes que nos hacen pensar: ¿yo también puedo alcanzar la santidad?

 

Claro que sí. Todos podemos ser santos, porque todos nacimos para ser santos.

 

Un asunto muy distinto es aquel en que la persona decide no acoger esta hermosa invitación de Dios y se refugia en pensamientos negativos que después terminan en malas acciones.

 

Ser santos es ser libremente buenos.

 

Dejemos que el amor de Dios libere nuestro corazón y nos ayude a actuar con bondad sin tantos peros.

 

Los santos que en este día, 18 de abril, nos animan a ser buenos, aquí, en nuestro Catálogo Divino, son:

 

Santos Hermógenes y Elpidio, mártires; San Pusicio, mártir; San Eusebio, obispo; San Laisren, abad; San Ursmaro, obispo y abad; Santa Antusa, virgen;

 

Santa Atanasia, viuda; San Juan Isauro, monje; San Perfecto, presbítero y mártir; Beato Idesbaldo, viudo y abad; San Galdino, obispo; Beato Andrés de Montereale, presbítero religioso;

 

Beato Andrés Hibernón, religioso; Beata María de la Encarnación Avrillot, viuda y religiosa; Beato José Moreau, presbítero y mártir; Beata Sabina Petrilli, virgen;

 

Beato Román Archutowski, presbítero y mártir; Beato Lucas Passi, Presbítero religioso y fundador y el Beato Louis Leroy, presbítero religioso y mártir.

 

Conozcamos la historia de un mártir polaco que ofrendó su vida en medio de la ocupación nazi a su país.

 

Él es el Beato Román Archutowski.

Pidamos al Señor nos dé la capacidad de salir de nosotros mismos, a acoger a los demás con generosidad:

 

Dios amoroso: Vuelve mis manos al prójimo, que los pueda servir como tú me sirves— con un toque que purifica, que sana, que alimenta, y que tranquiliza. Ayúdame a servir al prójimo como Tu Hijo Amado, eternamente.

 

Vuelve mi corazón al prójimo, Que pueda amarlos como tú me amas— firme, clemente, siempre misericordioso, con paciencia, viendo mi alegría en la suya. Ayúdame a amar al prójimo como Tu Hijo Amado, eternamente.

 

Dios amoroso, Vuelve mi vida al prójimo, que pueda vivir en solidaridad con ellos, y por lo tanto contigo, para siempre. Amén.

 

El Padre Román  siempre vio en el servicio la mayor plenitud de su vida.

 

Servir al joven que se está formando inculcándole primero el respeto y la cordialidad con cada gesto.

 

Servir al perseguido, a quien no se ocupó en juzgar, sino en acoger y proteger para asegurarle un futuro mejor.

 

Servir al penitente que buscando la misericordia de Dios siempre encontró en el sacramento de la confesión, una vida nueva.

 

Servir al enfermo para que recordara que: el cuerpo perece, pero el alma tiene un lugar junto al Padre.

 

El Beato Román encontraba en cada persona a su prójimo necesitado de atención, y fue su más brillante predicación del Evangelio.

 

Decidámonos de una vez por todas a predicar con los actos más que con las palabras.

 

Beato Román Archutowski,

 

Ruega por nosotros.

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