63 | Beata María Ana de Jesús - 17 de abril - Cuarta Temporada (2024)

Que la paz de Jesús llene sus corazones de valor y fortaleza.

 

Estamos muy contentas de seguir compartiendo con ustedes las aventuras de los santos que nos invitan a ser audaces seguidores de Jesús.

 

La pascua es el tiempo litúrgico donde la luz y la esperanza nos afirman cómo cada tiniebla y dolor de nuestra vida puede ser transformado.

 

Los santos nos ayudan a abrir nuestro corazón y entendimiento a la acción del Espíritu Santo para que nuestra vida sea restaurada.

 

Pidamos a nuestros hermanos mayores en la gloria, que intercedan por nosotros y la fuerza divina nos ayude a superar nuestros momentos difíciles.

 

Hoy, 17 de abril tenemos muchos intercesores celestiales. Conozcamos algunos de sus nombres:

 

Santos mártires Pedro, diácono, y Hermógenes, su coadjutor; San Simeón bar Sabas, obispo y mártir; Santos mártires de Seleucia; San Inocencio, obispo;

 

San Acacio, obispo; San Pantagato, obispo; San Donnan, abad; Santos mártires Elías, presbítero y Pablo e Isidoro, monjes jóvenes; san Roberto de Chaise-Dieu, abad;

 

San Roberto de Molesmes, abad; Santa Catalina Tekakwitha, virgen; Beato Jacobo de Cerqueto, presbítero religioso; Beata Clara Gambacorti, viuda y religiosa;

 

Beata María Ana de Jesús Navarro de Guevara, virgen; Beato Enrique Heath, presbítero religioso y mártir y el Beato Lucien Botovasoa, Terciario franciscano y mártir.

 

Una Beata conocida como la “Azucena de Madrid”, nos pone de manifiesto cómo los santos son personas decididas que se mantienen firmes en sus decisiones cuando de obedecer a Dios se trata.

 

Ella es la Beata María Ana de Jesús Navarro de Guevara.

 

Oremos pidiendo el corazón compasivo y valiente de esta Beata:

 

Oh Señor, que a tu virgen Mariana, azucena purísima de la Orden de la Merced y modelo de penitencia y de amor a la Eucaristía, le enseñaste a servir a Cristo en los hermanos; concédenos por su intercesión participar íntimamente de los misterios que celebramos y escuchar la voz de tu Espíritu que nos invita a la conversión y al servicio fiel de nuestro prójimo. Escucha Señor los ruegos que por su mediación te dirigimos. Amén.

 

La espiritualidad mercedaria, de la que se nutrió la Beata María Ana, nos invita a reflexionar que, a veces ciegos por estar ocupados sólo en nuestros problemas y preocupaciones, no vemos el sufrimiento que otros viven.

 

Estamos invitados a ser nuevos colaboradores en la redención de nuestros hermanos, asumiendo como propios los dolores y dificultades de los demás, así como Jesús asumió nuestra humanidad con todas sus fragilidades, para poder restaurar nuestra santidad perdida.

 

Esta actitud no es pasiva, sino es un salto a la solidaridad y a ser comedidos en brindar todas las ayudas necesarias tanto en lo espiritual como en lo material, para propiciar el bien y la restauración armónica de los demás.

 

Así podemos asumir los sentimientos y las actitudes de Jesús con más realismo y provecho para la Iglesia y nosotros mismos.

 

Escuchemos este valioso consejo:

 

Normalmente, si el otro está necesitado, he de empezar a ofrecerle lo que tengo: acogeré su dolor, le ofreceré mi presencia; acogeré su pena, le daré mi cercanía. Lo haré de una manera respetuosa, sin buscar protagonismos, sin crear dependencias, sin trazar imposiciones.

Beata María Ana de Jesús Navarro de Guevara,

 

Ruega por nosotros.

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