216│San Juan el Silencioso - 7 de diciembre - 2da temporada

Feliz día en el Señor.

Que el cielo se abra en abundantes bendiciones para todos los oyentes del catálogo divino.

En esas páginas doradas, seguimos aprendiendo de los santos a confiar y avanzar impulsados por el Espíritu Santo.

Busquemos la página que corresponde al día de hoy, 7 de diciembre y conozcamos a los santos que nos van a transmitir su experiencia de vida.

Claro que sí. Algunos de estos santos son:

San Ambrosio de Milán, obispo y doctor de la Iglesia; San Antenodoro, mártir; San Eutiquiano, papa y mártir; San Juan el Silencioso, eremita; San Martín, abad:

San Sabino, obispo y mártir; San Teodoro, mártir; San Urbano, obispo; Santa Fara, abadesa y Santa María Josefa Rossello, religiosa y fundadora.

Hoy conoceremos la vida de un santo que buscó en una vida de oración y penitencia una profunda unión con Dios en la llamada vida eremítica, aunque para llegar allí, renunció a ser un gran obispo.

El es el Gran santo Juan, el silencioso.

El gran tesoro de su espiritualidad, Juan lo encontró en el silencio junto a Dios, pidámosle que nos ayude a valorar este gran espacio espiritual:

Ayúdame a hacer silencio, Señor, quiero escuchar tu voz. Toma mi mano, guíame al desierto, que nos encontremos a solas, Tú y yo.

Necesito contemplar tu rostro, me hace falta la calidez de tu voz, caminar juntos… callar para que hables Tú.

Me pongo en tus manos, quiero revisar mi vida, descubrir en qué tengo que cambiar, afianzar lo que anda bien, sorprenderme con lo nuevo que me pides.

¡Enséñame a discernir! Dame luz para distinguir tu rostro y mantenerme en tu amistad. Amén.

El silencio es fundamental para poder escuchar.

Ante las grandes preguntas, el mejor consejero es Dios.

Pero, nosotros estamos tan sedientos de que nos den siempre la razón, que no escuchamos otra voz distinta a la de nuestra conveniencia.

En cambio, en un verdadero diálogo con Dios, sin reproches, sin juicios, sin críticas, sin temores, sino con el suave bálsamo de la verdad, el Señor nos muestra con sabiduría qué es lo más conveniente para nuestra vida.

Y con serenidad al poner en práctica sus consejos, logramos salir adelante en nuestras nuevas decisiones.

Dejemos que el silencio sea nuestro frecuente lugar de encuentro con Dios.

San Juan, el silencioso,

Ruega por nosotros.

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