207│ Beata María Ana Sala - 24 de noviembre - 2da temporada

207│ Beata María Ana Sala - 24 de noviembre - 2da temporada

Hermanas Trovadoras de la Eucaristía
00:11:22
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Bienvenidos al Catálogo Divino.


Si buscamos buenos amigos, existen unos que nos pueden aconsejar muy bien para construir nuestra felicidad de la mano de Dios.


Son nuestros hermanos los santos, que con su experiencia, nos demuestran que se puede empezar a vivir el cielo en la tierra.


Conozcamos a los amigos celestiales que se veneran hoy, 24 de noviembre, en nuestra Iglesia:


Santa Flora y María de Córdoba, vírgenes y mártires; San Agustín Schoeffler, presbítero y mártir;


San Alberto de Lovaina, obispo y mártir; San Alejandro, mártir; San Colmano de Uama, obispo; San Crescenciano, mártir.


San Crisógono de Aquileya, mártir; San José Tuan, sacerdote; San Juan Luis Bonnard, sacerdote misionero y mártir; San Lucas Vu Ba Loan, presbítero y mártir;


San Protasio, obispo; Santa Firmina de Amelia, mártir; Santos Andrés Dung Lac y compañeros mártires; San Romano, presbítero; Beata Inés Tsao Kui, mártir;


Beata María Ana Sala, virgen; Beata Niceta de santa Prudencia y compañeras, vírgenes y mártires, Beato Bálsamo de Cava, abad y San José Nguyên Van Luu, catequista y mártir.


Hoy, conoceremos a una beata que se santificó en la sencillez y la fidelidad, y que, siendo formadora de niñas, fue una docente cimentada en la fe y la piedad.


Ella es la Beata María Ana Sala.


Oremos pidiendo la gracia de descubrir la santidad de nuestro compromiso en el deber:


Oh Señor, Tú que nos diste a la beata María Ana, modelo de entrega y de amor a los más necesitados, Tú le enseñaste a servir a Cristo en los hermanos; concédenos por su intercesión participar íntimamente de los misterios que celebramos y escuchar la voz de tu Espíritu que nos invita a la conversión y al servicio fiel de nuestro prójimo que sufre y nos necesita. Amén


En este sorprendente testimonio de unión con Jesucristo, la Beata María Ana, nos deja muchas enseñanzas acerca de la forma de educar que necesitan nuestros jóvenes y niños.


Saber iluminar la ciencia con la luz del Evangelio, en el acompañamiento de los educandos, puede provenir de una persona con una vivencia cristiana, sincera y profunda.


Acompañar a los jóvenes, con el fin de que la cercanía sea una manera de darles seguridad y claridad en sus decisiones, pero sin sofocar su libertad y sus capacidades, es una buena manera de orientarlos.


A veces la educación se convierte en un diálogo sin escucha, de parte y parte.


Esta beata recomendaba dar una formación leal y sencilla, siempre antecediendo la verdad ante todo y si reconocemos que la verdad implica siempre caridad, es allí donde la gracia actúa, permitiendo que el conocimiento que se transmite, se eleve al nivel de la sabiduría, enriquecido por el buen testimonio de la fe.


Ojalá que en nuestros hogares y centros de estudio, la educación se llenara de esta riqueza y fuera una gran manera de santificarse, ayudando al otro a ser mejor.


Beata María Ana Sala,


Ruega por nosotros.



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