203| Santa Telquilde – 10 de octubre - Catálogo Divino - Quinta temporada (2025)

¡Alabemos a Dios en sus santos!

Como deseamos ir al cielo, encomendemos nuestro caminar a quienes ya están allí.

Los santos desean fuertemente que podamos llegar junto a ellos a la presencia del Señor para adorarlo juntos.

Escuchemos sus historias que nos motivan a seguir adelante en busca de la santidad.

En especial recordemos los nombres de los santos que se veneran hoy, 10 de octubre:

San Pinito de Cnosos, Obispo; Santos Eulampio y Eulampia de Nicomedia, hermanos y mártires; San Gereón y compañeros mártires; Santos Víctor y Maloso, mártires; Santos Casio y Florentino, mártires;

San Claro de Nantes, Obispo; San Cerbonio de Populonia, Obispo; San Paulino de Rochester, Obispo; Santa Telquilde, abadesa; Santa Tanca, virgen y mártir; Beata Maria dello Sposalizio Irigoyen, virgen; los siete santos mártires de la Orden de los Hermanos Menores; 

San Juan de Bridlington, presbítero religioso; San Daniel Comboni, obispo; Beata Ángela María Truszkowska, virgen y fundadora; Beato León Wetmanski, obispo y mártir y el Beato Eduardo Detkens, presbítero y mártir.

Una santa abadesa del siglo VII que dejó una huella profunda en la temprana espiritualidad francesa es nuestra protagonista del Catálogo Divino.

Ella es Santa Telquilde.

Pidamos al Señor que nos ayude a todos a encontrar y vivir con entrega y entusiasmo nuestra vocación:

Padre Celestial, sé que me amas. Confío en que tienes una vocación especial para mi vida que conducirá a mi santidad, mi felicidad y la salvación de las almas.

Enséñame cómo hablar contigo y escucharte, para que en el silencio de la oración puedas abrir mi corazón para conocer y seguir este plan.

Si soy llamado a una vocación en Tu Iglesia, dame el coraje para decir “sí”. Si me llamas a la vocación del matrimonio, llévame a mi futura pareja.

Por favor, coloca personas santas en mi camino para ayudarme a conocerte, amarte y servirte, para que pueda convertirme en un testigo efectivo de Tu amor en el mundo. Amén.

Sabiendo que el gran premio que nos trae es la santidad y, como nos lo canta un himno de la liturgia de las horas, “a jornal de gloria, no hay trabajo grande” por ello vale la pena vivir nuestra vocación con intensidad.

Ser consagrados, sea por el bautismo, por la unción sacerdotal, por la vida religiosa o por el matrimonio, se fundamenta primero en sabernos profundamente amados por Dios y cómo nos sentimos llamados a cumplir una misión;

…así, nuestras decisiones y acciones van cargadas de amor y con la intención de hacer el bien, de llenar de luz el mundo, para servirlo a Él.

No dejemos de cuidar y cultivar nuestra vocación, pues es la fuente del sentido y la alegría de nuestra vida.

Santa Telquilde,

Ruega por nosotros.