Un saludo fraterno para todos nuestros amigos del Catálogo Divino.
“un verdadero cristiano, es unidad con los demás” y abre las puertas de su corazón ofreciendo una amistad sencilla y generosa.
Existieron santos para los que la amistad fue un verdadero campo de apostolado, comunicando la fe, comunicando la bondad.
En este día en que recordamos a nuestra Señora del Monte Carmelo, escuchemos los nombres de algunos santos que también veneramos hoy, 16 de julio:
San Antíoco, mártir; san Atenógenes, corepíscopo y mártir; san Helerio, ermitaño; santos Monulfo y Gondulfo, obispos; Santos mártires Reinildis, virgen, Grimoaldo y Gondulfo;
Santa María Magdalena Postel, virgen; santos Lang Yangzhi, catecúmena, y su hijo Pablo Lang Fu, mártires; santa Teresa Zhang Hezhi, mártir y la Beata María Guadalupe Ortiz, laica.
¿Se imaginan a una doctora en Química alcanzando una vida de santidad en medio de sus obligaciones cotidianas, y al tiempo cuidando de vivir sus principios cristianos con una alegría de todo corazón?
Pues, dejémonos sorprender por este hermoso testimonio de santidad que nos da la beata María Guadalupe Ortiz.
Unámonos en oración para que podamos descubrir la belleza de la santidad en lo común y sencillo de nuestra vida:
Dios Padre, concédeme, por intercesión de la beata Guadalupe, que sepa realizar como ella el trabajo ordinario con amor, y contagiar mi fe y alegría a todas las personas que me rodean, para que muchos más te conozcan y te amen. Amén.
Según la enseñanza de San Josemaría Escrivá “santificar una actividad es convertirla en oración; y eso ocurre con el trabajo y las obligaciones cotidianas cuando nacen del amor”
Guadalupe encontró en esta espiritualidad la manera perfecta para disponer su vida en las manos de Dios con sentido de la libertad y de la autonomía, motivada por el amor como inquietud de hacer el mundo mejor por medio del trabajo, de la ciencia y el servicio.
No necesitamos las virtudes para sentirnos santos… sino para descubrir que estos dones de Dios nos ayudan a amar plenamente, a dar lo mejor de nosotros mismos y a dejar una huella en el mundo que perdure.
No tengamos miedo de ser santos: esa es la mejor versión de nosotros mismos.
Beata María Guadalupe Ortiz,
Ruega por nosotros.