Bienvenidos al catálogo divino en este 10 de julio del año santo de la esperanza.
Aunque haya muchas dificultades y las cosas parezcan ir a peor, nunca debemos perder la esperanza, pues nuestra fe está puesta en Dios todopoderoso, que es capaz de sacar un bien de un mal.
La cruz es la llave que nos abre las puertas del cielo, por eso los santos vivieron el sufrimiento con fe y lo ofrecieron por la salvación de las almas.
Y ofreciendo con amor su vida y su cruz, vivieron los santos que recordamos hoy.
Hacemos memoria de los Santos mártires Félix y Felipe, Vital, Marcial, Alejandro, Silano y Jenaro; santas Anatolia y Victoria, mártires; santos Jenaro y Marino de África, mártires;
San Apolonio de Sardes, mártir; santos mártires Leoncio, Mauricio, Daniel, Antonio, Aniceto, Sisinio y otros compañeros; santos Bianor y Silvano, mártires; san Pascario, obispo;
Santa Amalberga, virgen consagrada; San Pedro Vincioli, presbítero y abad; san Canuto, rey y mártir; beatas María Gertrudis e Inés de Jesús, vírgenes y mártires;
Santos Antonio Nguyen Huu (Nam) Quynh y Pedro Nguyen Khac Tu, mártires y catequistas y los santos mártires de Damasco, Manuel Ruiz presbítero, 8 religiosos y 3 hermanos maronitas
Después de la guerra de Crimea, la Asamblea francesa exigió ciertas reformas al imperio otomano, en particular por lo referente a la tolerancia de las minorías cristianas.
En 1856, el sultán publicó un decreto por el que todos los súbditos del imperio, sin distinción de raza ni de religión, quedaban en pie de igualdad en materia de impuestos y con derecho a ocupar puestos públicos.
Ello constituyó un ultraje a los sentimientos de los mahometanos que, durante doce siglos, habían considerado las comunidades de cristianos como guetos de razas inferiores excluidas de la ley, a las que el decreto del sultán ponía en pie de igualdad con los hijos del Profeta.
Esto desencadenó una gran persecución que llevó al martirio al presbítero San Manuel Ruiz, 8 religiosos y 3 hermanos maronitas.
Pidamos la intercesión de estos valientes testigos de Cristo, que poniendo toda su confianza en el Señor, no temieron a los que matan el cuerpo.
Dios todopoderoso y eterno, que otorgaste a los santos Manuel Ruiz y compañeros mártires, la gracia de dar la vida por amor a Cristo; ven en ayuda de nuestra debilidad con tu poder divino para que, así como ellos no vacilaron en morir por ti, nosotros podamos confesarte valientemente con el testimonio de nuestra vida. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Escribió el Papa San Juan Pablo II: El sufrimiento es, en sí mismo, probar el mal. Pero Cristo ha hecho de él la más sólida base del bien definitivo, o sea del bien de la salvación eterna.
Los que aceptan la cruz recurriendo a la gracia aprenden a depender de Dios más y más cada día; además, encuentran reservas de fortaleza, confianza y obediencia que no vienen de ellos mismos y por eso les produce paz.
Como dice San Pablo: si hay que gloriarse, gloriémonos en la cruz de Cristo.
San Manuel Ruiz y compañeros mártires,
Rogad por nosotros.