Así como Nehemías reconstruyó los muros de Jerusalén para restaurar la seguridad del pueblo, en nuestra vida diaria también enfrentamos momentos en los que necesitamos reconstruir. Las heridas del pasado, los fracasos y las dificultades pueden derribar nuestra fe y nuestra confianza. Sin embargo, Dios nos llama a levantarnos, a orar y a trabajar con perseverancia para restaurar lo que se ha quebrado.