Respirar por la nariz es traer la montaña a ti. Es regresar a lo esencial, bajar la revolución, recordar que eres un "ser" antes que un "hacer". Cada rincón de tu cuerpo se oxigena, cada pensamiento encuentra su lugar. Te escuchas, conectas con la razón de tus actos, y meditas en movimiento. Llegar al nirvana no es un destino, es el camino. Y es ahí, justo ahí, donde la vida comienza a tomar forma.