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La vegetación que rodea los nidos puede influir enormemente en el comportamiento reproductivo de las aves. Un ejemplo fascinante es el del Semillero Brincador, un ave que esconde sus nidos tan bien que encontrarlos se convierte en una verdadera odisea. Esta estrategia tiene undoble filo: por un lado, dificulta a los depredadores localizar los nidos, pero por otro, también complica el cuidado activo de los mismos. Esta situación abre la puerta a que otros individuos de la misma especie aprovechen y depositen sushuevos en estos nidos, parasitándolos.